lunes, 14 de marzo de 2022

UN MAYORDOMO EFICIENTE

Un 90% de nuestro comportamiento estádeterminado por el inconsciente. Esto puede parecer una exageración, pero no loes. Observando lo que haces en un día cualquiera, podrás confirmarlo. ><. Cuando despiertas y te levantas de la cama,no necesariamente sabes si pisaste primero con tu pie izquierdo o con el derecho,tampoco tienes que vigilar el funcionamiento de los huesos y músculosencargados de movilizarte, ni de los órganos queirrigan, oxigenan y nutren cada una de tus células; el inconsciente lo hace.¡Oh, maravilloso inconsciente!><. Luego, te alistas para salir a la calle. Delas decenas de minutos que transcurren, dedicas unos cuantos para elegir laropa que llevarás puesta, qué rumbo vas a tomar y cuál será el plan de tu día.En esos minutos necesitas tu consciencia; pero luego que hiciste la elección,tu maravilloso inconsciente se encarga de los detalles, como un mayordomoeficaz que responde: “¡Se hará tal como usted diga!”. Las excepciones: cuando no encuentras elpeine en su lugar, entonces le quitas a tu “mayordomo” el control automático ylo haces manual, porque necesitas estar consciente para buscar el peine, con laconsiguiente fatiga que, si es intensa, puede llamarse estrés. >< Después, desayunas y con suerte saboreas unoo dos bocados, los demás son engullidos sin darte cuenta. Luego sales y al llegar a tu destino , tal vez no tienes idea de en cuántos semáforos te detuvisteo cuáles cosas y personas encontraste durante tu recorrido. En cambio, si quieresrebasar o un peatón se atraviesa en tu camino, vuelves a quitar el controlautomático a tu “mayordomo” para tomarlo en tus manos. ¿Qué porcentaje de comportamientoinconsciente crees que llevarías hasta aquí en un día normal?><. Toda acción que repites hasta mecanizarlapasa a ser responsabilidad del inconsciente, como escribir en máquina, andar enbicicleta o conducir. El inconsciente vigila que se cumplan con  exactitud las rutinas que le enseñaste, y soloen caso de novedad (algo distinto de la rutina) acude a tu conciencia para que decidaqué hacer. Por ejemplo, no es rutinario que se encienda un foco rojo en eltablero, se necesita una solución específica.><. Si la “novedad” y la “solución” se repiten juntasun número suficiente de veces, tu “mayordomo” las adopta entre sus rutinas yluego vigila su cumplimiento, así evita que tú te molestes en decidir de nuevoen cada minucia. Por ejemplo, la puerta cerrada del garaje. La solución es bajartea abrir o clicar en el control remoto. Puede llegar el día en que no te descuenta de a qué hora abriste el portón y entraste con tu auto.><. Esta obediencia de tu “mayordomo” se da tantoen el plano físico como en el mental y el afectivo. Si repetidamente le dijiste que tres por tres dan nueve, te ofrecerá éste resultado tantas veces como se losolicites. Si acostumbras llamarte torpe, idiota o algún feo adjetivo, elinconsciente lo tomará como verdad y así te la ofrecerá. Si tu maestra teordena varias veces que te formes al final de la fila, lo harás. Si además unade esas filas era para recibir un regalo o darle a la piñata, puede ser que la oportunidad termine antes de que llegues. Cuando una situación similar serepite, quizá tu subconsciente te diga que debes ubicarte siempre al último, o que eres un marginal, aunque esto sea falso. El inconsciente sólo repite rutinas,hace hábitos. Una mentira repetida es una rutina con apariencia de verdad. ><. En ocasiones, el inconsciente funde una rutina con otra dando como resultado aparentes conclusiones, pero él no decide, sólo obedece. Siempre, siempre. Es probable que tu consciencia esté yapensando en la mejor estrategia para dirigirse a tu subconsciente, de maneraque este haga lo que te conviene y no lo que te sabotea. >< “Psicología” es una columna abierta. Puedesparticipar con ideas, temas, preguntas o sugerencias en psicologa.dolores@gmail.com

lunes, 7 de marzo de 2022

CUANDO NADA ES SUFICIENTE

Las cosas no tienen valor en sí mismas; nosotros se lo otorgamos en la medida que les encontramos utilidad. ><. Ejemplos: puede ser que una piedra no me motive a adquirirla y que tampoco me dedique a cincelarla con cuidado; sin embargo, para Miguel Ángel y su arte debió haber sido muy valiosa. Si estoy mirando televisión y tengo una botella de agua en la mano, no le doy a esta agua el mismo valor que si me encontrara en un desierto o atrapado en una mina y fuera la única con la que contara. Las cosas se consideran más valiosas cuando son escasas. ><. Con la felicidad y todo lo demás ocurre algo parecido; lo apreciamos más si no lo tenemos. Si me urge dinero, creo que tenerlo me hará feliz. Si nada me duele, no padezco hambre ni sed y tengo para pagar mis cuentas, no necesariamente aprecio ese estado como felicidad; puede ser que mi mente pida alguna otra cosa “escasa”. ><. Ciertamente puede haber muchas cosas que nos hagan sentir insatisfechos, pero hablemos de cuando nada nos basta. Sentimos una voracidad que nos consume, como alguien que dice: “Comí mucho, estoy lleno, pero siento hambre”. Es fácil encontrar ejemplos. El rico que ya posee millones y quiere más. El político que tiene poder y busca la manera de aumentarlo. El que cohabita con un par de parejas sexuales y desea conquistar a otras más. El que ostenta un cuerpo hermoso y sano y le hace cirugías para que esté más lindo todavía. ¡Más, más, más, lo que tengo no me basta! ><. El “nada es suficiente” no solo se presenta en personas que ya poseen mucho de algo, también puede observarse en gente común que vive al día. Su atención no se dirige a lo que posee (poseerlo le parece normal, poco importante o, por lo menos, insuficiente), sino que su mirada está puesta en sus imágenes fantasiosas de cómo debería ser la vida. Frente a la imaginación, la realidad siempre pierde. O puede ser que tenga su mirada en los bienes de los demás: “aquel imbécil trae un coche último modelo, este tonto gana más que yo, ese feo cara de sapo anda con una preciosidad de mujer, el más burro de mi salón ahora tiene un puesto político...” ><. Ya en otras ocasiones he hablado de los padres imaginarios que viven bajo nuestra piel y nos siguen gobernando. Esta voracidad puede ser herencia de ellos. Es probable que estemos tratando de complacer a unos padres exigentes o perfeccionistas que nos regañaban si obteníamos ocho en lugar de diez, o se enfurecían porque nos encontraban mirando la televisión en lugar de estar haciendo cosas útiles, y en cualquier logro, en lugar de decir “qué bien, te felicito” exclamaban “a la otra te va a salir mejor” o “mira, te faltó esto”. ><. A cualquier edad, somos capaces de grandes sacrificios para complacer a los padres imaginarios y repetir sus historias, incluso si ya han muerto. Podemos romper la propia relación a la edad que ellos rompieron la suya, enfermar de lo mismo, arruinarnos igual que se arruinaron, volvernos alcohólicos, trabajólicos o cascarrabias como los vimos que eran, etc., etc., O sentirnos muy mal porque no obtuvimos los logros o la fama que ellos obtuvieron. ><. Para que sea suficiente lo que poseemos es necesario valorarlo, felicitarnos y dar las gracias aunque sea algo pequeño. “Hoy fui capaz de dar dos vueltas al Metropolitano, me felicito”, “hoy cuento con lo suficiente para comer y vestir, gracias, me felicito”, “hoy todos en casa estamos sanos, gracias, merecemos una felicitación”, “lo que soy y lo que tengo es suficiente, gracias, me felicito”. ><. Lo anterior de ninguna manera significa que renunciemos a tener ilusiones y ambiciones que nos motiven, son un ingrediente importante de la vida. Es solo aprender a disfrutar con lo que ya somos y tenemos.><. “Psicología” es una columna abierta. Puedes participar con ideas, temas, preguntas o sugerencias en psicologa.dolores@gmail.com

lunes, 28 de febrero de 2022

ES DIFÍCIL PERDONAR A UNA PERSONA FELIZ

Tenía quizá 5 años un día que llovió muchísimo y por la calle de frente a mi casa corría gran cantidad de agua. La lluvia cesó y varios niños salieron de sus casas a pisar sin zapatos el agua que seguía corriendo. Yo quería hacer lo mismo y le pedí permiso a mi mamá. Dijo que no porque podría cortarme con algún vidrio oculto. Ni modo, debí conformarme con mirar cómo disfrutaban los otros. Recuerdo que sentí desilusión de que ningún niño se hubiera cortado, ¡quería que sucediera! ¿Necesitaba que mi mamá tuviera razón? Tal vez, pero más bien creo que es difícil perdonar que las otras personas se vean felices. Cuando estábamos en la escuela y teníamos examen, el nivel de estrés se disparaba. Al terminar, afuera del salón, nos preguntábamos unos a otros: “¿Cómo te fue? ¿Se te hizo difícil?”. Las respuestas “correctas”, es decir, las que no merecían castigo sino simpatía, eran más o menos como: “Mal, algunas preguntas no me las sabía” o “no lo sé, estaba complicado”; pero las que de seguro ocasionaban hostilidad eran: “El examen estaba regalado” o “voy a sacarme un diez”. El estado de angustia grupal exigía que todos nos mostráramos igual de angustiados, y el que no, por lo menos merecía el comentario de “qué chocante”. Es difícil perdonar a una persona feliz o que de alguna manera vemos que se muestra mejor que nosotros. Los que son padres de familia de seguro han pasado una situación en la que se expresan con admiración de un hijo o una hija enfrente de otro: “¡Qué buen comentario (trabajo, dibujo, tarea) hizo tu hermana, me gustó!”, y escucharon algo como: “¡Ah, sí, pero los míos nunca los ves, ni siquiera los tomas en cuenta!”, o a lo mejor: “¿Verdad que es tu favorita (tu favorito?)”. A veces es difícil perdonar a una persona feliz aunque se trate de un padre que siente orgullo o un hermano que se muestra mejor que nosotros en alguna circunstancia. Quizá a alguno de los lectores le ha tocado contemplar a una pareja engolosinada que hacía ostensibles arrumacos y muestras de pasión, cariño o excitación y, sintiendo molestia, dijo o pensó: “¡Oigan, vayan a un hotel!”, “eso es fingido”, “ya no hay moral”, “parecen de la calle”. A veces es difícil perdonar a personas que gozan de su momento enfrente de los demás. A lo mejor una compañera o compañero de trabajo recibe un ascenso, le asignan una oficina más amplia o le otorgan un bono. Es difícil perdonar su felicidad. Tal vez digamos o solo pensemos: “Yo tenía más méritos, ¿por qué a ella o a él?”, “Algo está haciendo para que la o lo favorezcan, ¿qué será?”, “por un mugroso bono ya se cree una divinidad”, “la vida es injusta”... A veces es difícil perdonar a una persona que se ve feliz. En ocasiones somos nosotros los felices porque compramos un auto, salimos de vacaciones o pintamos la fachada de nuestra casa. ¿Nos perdonarán esta felicidad? ¿Quiénes? ¿Sería preferible renunciar a ese privilegio para que nadie se sienta mal? ¿Ostentarlo lo menos posible? ¿Solo vivirlo y no hacer caso de lo que piensen los demás? Con el paso de los años, cuando descubrimos que las ventajas y cualidades de los otros no restan un milímetro a las nuestras y es más lindo vivir con gente feliz, deseamos el bien para nuestros semejantes y no tenemos necesidad de perdonar ni de ser perdonados por ser felices. Nos alegramos cuando los otros están bien. “Psicología” es una columna abierta. Puedes participar con ideas, temas, preguntas o sugerencias en psicologa.dolores@gmail.com

viernes, 28 de enero de 2022

LO MALO DE SER O DE TENER UNA MADRE O UN PADRE ENGRANDECIDOS

Los humanos reaccionamos a veces de un modo admirable y otras, de manera tóxica. No existe el humano que jamás haya cometido errores, lo cual nos incluye y también a nuestro papá y nuestra mamá, pues todos los humanos estamos aprendiendo continuamente por ensayo y error. ><. Una equivocación frecuente consiste en engrandecernos a nosotros mismos o engrandecer a alguien más. Me refiero a atribuir (exigir) tal perfección a la persona engrandecida que no admitimos error en ella. No lo vemos. Necesitamos negarlo para poder amarla. Y cuando descubrimos uno, somos víctimas de un rencor tan grande como si nos hubiera traicionado. A veces, preferimos odiar a la persona que engrandecimos antes que cambiar nuestras expectativas irreales sobre ella. “Nunca me creí capaz de... Eso no soy yo”. “Nunca creí a mis padres capaces de... Esos no son mis padres”. ><. La adolescencia suele ser una época de enormes desengaños acerca de los propios padres debido al crecimiento y la expansión de la consciencia. Aquel niño o niña que antes decía “papá (mamá) lo sabe todo”, “papito, mamita, eres perfecto (perfecta)”, se da cuenta de que sus padres tienen unos defectos que antes no había visto. Sufre al descubrirlos. Tiene que optar por seguir queriéndolos a pesar del desencanto. Si no lo logra, se erige en juez, los compara con sus ideales, les exige que se ajusten, los condena por no haberlo hecho antes y no hacerlo ahora y les aplica un severo castigo por sus “insuficiencias”. “Ya no le hablo a mi papá (a mi mamá)”, “odio a mi padre (a mi madre)”, “jamás perdonaré que (papá o mamá) haya sido estafador, infiel, alcohólico, ausente, violento, débil, etc., etc.”. ><. Ser hijo o hija del padre o la madre perfectos es una ilusión infantil. Nadie lo es. ><. Hacernos el ánimo a haber nacido de unos seres humanos comunes y corrientes, portadores (como todos) de características lindas y feas, es poner los pies en la tierra. Amarlos como son es resultado de un gran trabajo interior: el de mirarnos y mirarlos como lo que somos: ínfima parte de la humanidad, uno más de los siete mil quinientos millones de habitantes del planeta, sin derecho a exigir a nadie “hazme sentir cómodo”. Aquí la palabra clave es exigir. En cambio: recibí la vida ¡gracias!, de dos personas que ya eran como eran cuando yo nací y que decidieron no abortarme, sino hacer algo para que yo siguiera viviendo. ¿No me gusta lo que hicieron? Pues no me gusta, es todo. Condicionar mi felicidad actual a las decisiones que ellos tomaron es engrandecerlos demasiado. ><. Lo anterior va en sentido opuesto a lo que está de moda pensar, que los hijos tienen derecho a que los padres los mantengan cómodos y los protejan de todo dolor, ¡como si esto fuera posible y deseable! ><. De ninguna manera estoy menospreciando lo bueno que hacen los padres por los hijos, y viceversa. Tampoco confundo el amor, la admiración y gratitud que mutuamente puedan darse, con el engrandecimiento. Este último se distingue en que la excepcionalidad solo se está en la mente de quien la piensa y es exigida como obligatoria. Exigida. Nunca el amor, la admiración o la gratitud se exigen sino que dan gratuitamente. E igual se reciben, sin costo. ><. Ser o tener unos padres engrandecidos a nadie beneficia. Al engrandecido se le atribuye todo el poder y la responsabilidad. Hay padres que se sienten rectores de sus hijos aunque estos ya sean adultos. Hay hijos de 40, 50, 60 o más años que siguen quejándose de lo que sucedió en su infancia, o dejan de tomar decisiones importantes porque sus padres no las aprobarían. No se sienten de la estatura de los padres ni tan adultos como ellos. En su mente los han engrandecido. ><. “Psicología” es una columna abierta. Puedes participar con ideas, temas, preguntas o sugerencias en psicologa.dolores@gmail.com

lunes, 17 de enero de 2022

LO LINDO DE VIVIR CONTIGO

Seas tú como seas, vivir contigo es un regalo para quienes te rodean. Somos seres sociales por naturaleza, de manera que tu existencia siempre aporta algo a los demás. Ningún ser humano puede estar completamente solo sin ser disminuido; te necesitan. ><. Sin relaciones (una familia, un grupo, alguien que nos cuide y enseñe) jamás un humano llegará a ser humano (ni siquiera Tarzán o el Niño Salvaje), aunque posea el ADN propio de la especie. Esto significa que no basta con la herencia biológica, la convivencia nos otorga infinidad de cosas sin las que no podríamos pensar ni tener consciencia de nosotros mismos.><. Tú, yo y todos vivimos en sociedad. A veces resulta muy molesto; sin embargo, es el precio que debemos pagar para continuar con nuestro desarrollo físico, mental, afectivo y social. (También el espiritual, pero es sabido que, todavía en nuestra época, a quien menciona al espíritu suele considerársele “poco científico”, a pesar del apoteósico despertar espiritual de mucha gente). Tú, yo y todos los que vivimos en sociedad aportamos algo, y recibimos algo, y esto constituye lo más maravilloso de la vida; los momentos de dicha, nuestros mejores recuerdos... También lo más doloroso.><. Salió un sembrador a sembrar... de su morral sacaba semillas que esparcía en la parcela... Es decir que tú, yo y todos los que vivimos en sociedad somos sembradores de lo que tenemos para dar: nuestra historia, experiencia, sistema de creencias, expectativas, hábitos buenos o malos, sonrisas, lágrimas, éxitos, frustraciones, ilusión, desengaños... Cada ser humano tiene en su jardín lo que cultiva y prefiere.><. Seas tú como seas, vivir contigo es un regalo. Quizá cuando llegas a un lugar o reunión tu presencia otorga a los presentes paz, seguridad y placer. O no. También serías un regalo si fueras un cascarrabias que todos los días se levanta de malas; es responsabilidad de los otros decidir si quieren que tus semillas prosperen en su jardín. Quizás seas para ellos un maestro que, a través de la práctica, les enseñas cómo aprender paciencia, tolerancia, respeto, capacidad para decir que no...><. El contenido de tu mente y corazón lo seguirás derramando a tu paso sobre este planeta durante todo el breve lapso en que te toque estar respirando. Y lo que tú regales te sobrevivirá: alguien que se hizo más dulce y amoroso debido a tu influencia seguirá derramando amor a su alrededor, o alguien tomará la estafeta de seguir produciendo los ambientes hostiles y a punto de hervir que tú acostumbrabas provocar. Si tienes hijos, ellos serán tus principales herederos y sucesores. Cooperas activamente con el ambiente.><. ¿Qué opinas, el calentamiento global se puede interpretar como la manifestación del hervor de las pasiones y los anhelos de quienes somos habitantes del planeta? “Psicología” es una columna abierta. Puedes participar con ideas, temas, preguntas o sugerencias en psicologa.dolores@gmail.com

lunes, 10 de enero de 2022

DISTINTAS ÉPOCAS, PALABRAS Y MANERAS DE PENSAR

Hace años vi una película llamada “Mundo de Silencio” o algo así. El protagonista, enamorado de una mujer totalmente sorda, por amor a ella y para comprender su mundo se sometía voluntariamente a experiencias de silencio total, como sumergirse en albercas y cabinas a prueba de ruido. En aquel tiempo me pareció poco probable tal cosa en la vida real, pero hoy me pregunto si sería el caso que las generaciones de los mayores pudiéramos tener un amor similar al de este protagonista por su amada, nosotros por las generaciones más jóvenes, y nos interesáramos por conocer su mundo. ><. Un día, se me vino la peregrina idea de que las series y películas deberían contar con una advertencia que rezara así: “Para mayores de 16 y menores de 40”, porque al verlas, los de mediana edad o más exclamamos: “¿Qué es esto?”, “¿En verdad así piensan y viven los jóvenes?”, “¿Qué les están inculcando?”.><. La barrera generacional es hoy más acentuada que antes. Las generaciones percibimos el mundo de manera distinta, con pensamientos distintos. El mundo donde crecimos los de las generaciones Equis y más atrás ya solo existe en el recuerdo, no en la realidad. Crecimos sin escuchar las palabras bitcóin, dispositivo, virtual, memes, selfies, facebook, instagram, twitter, viralizar, trolear, sororidad, feminicidio, viagra, antitaurino, coronavirus, pandemia, confinamiento, bot, ciberacoso, cubrebocas, hisopado, vegetariano, vegano, gay, metrosexual, trans, cisgénero, sexo binario, bisexual, lenguaje inclusivo, heteronormativo y otros cientos de términos que sería largo enumerar.><. También diferimos en lo que esperamos encontrar en libros, series y películas de lo que esperan las generaciones de cuarenta o menos. Para estas, da la impresión de que una obra está incompleta si no contiene escenas de drogas, palabras altisonantes, violencia extrema, tomas sexuales tan explícitas que antes las consideraríamos pornográficas, de homosexualidad, cambio de sexo, disolución de parejas y matrimonios, familias ensambladas y ausencia o ridiculización de las religiones.><. Podemos escandalizarnos todo lo que queramos de los numerosos cambios que estamos presenciando, pero esto no beneficiará a nadie; los adolescentes y jóvenes viven con sus pares su propia subcultura y luego vuelven a casa a otra subcultura muy distinta y es probable que no sepan qué hacer con ambas ni cómo armonizar tantas contradicciones. Es posible que en su interior desarrollen confusión, culpabilidad o, en el peor de los casos, decidan que los valores que se les inculcaron son obsoletos, basura.><. Comencé hablando de un amor que motiva a explorar el mundo del amado, y di por sentado que las generaciones mayores amamos a las nuevas y nos interesa su bienestar.><. Cuando me refiero a explorar ese mundo desconocido no lo hago en el sentido de otra película que vi hace décadas llamada Joe, en la que dos hombres adultos se internan en comunas hippies en busca de la hija de uno de ellos. Cuando entran se enfurecen con lo que ven, pero también “aprovechan” y se vuelven peor de drogadictos y promiscuos y acaban disparándoles a los adolescentes. Esto equivaldría a explorar con mirada severa, condenadora o envidiosa de que para los jóvenes sean accesibles situaciones que secretamente hubiéramos ambicionado para nosotros.><. Se trata de asumir que este es nuestro tiempo también. Estaríamos derrotados si pensáramos: “Qué mal está todo, ya mejor preferiría morir y que ruede el mundo”, o lo opuesto: “Deberían poner leyes más estrictas que prohíban lo que está pasando”. La sugerencia de este artículo consiste en mirar con amor a las generaciones nuevas, estar conscientes de que ellas no inventaron estas mentalidades sino que son el blanco de bombardeos ininterrumpidos para que las asuman, y ser capaces de hablarles respetuosamente hasta juntos encontrar su propio bienestar.><. “Psicología” es una columna abierta. Puedes participar con ideas, temas, preguntas o sugerencias en psicologa.dolores@gmail.com

martes, 4 de enero de 2022

ESTAMOS CRECIENDO

Crecer es una ley universal. Cuando el desarrollo corporal termina, el mental y el afectivo continúan hasta la muerte, de ahí que nuestras características (tanto las positivas como las negativas) sean aumentadas y más evidentes con el paso de los años; la persona que en su juventud es dulce y amorosa lo será más aún, lo mismo la gruñona y la grosera. Siempre crecemos, en todos los sentidos, aunque la edad nos vuelva más lentos.><. Cuando éramos niños, en estas fechas escribíamos cartas a los Santos Reyes pidiendo lo que deseábamos. Con los años, nuestros deseos han cambiado (sería triste que fueran los mismos, porque hemos crecido) y estamos en tiempo de “hacer nuestra cartita de peticiones” no a los Santos Reyes, sino a aquellas grandes fuerzas que mueven al Universo por las cuales los pensamientos se vuelven cosas.><. ¿Cómo sucede que los pensamientos se vuelvan cosas? Todo cuanto existe fue primero un pensamiento. Si determinada mente piensa en una silla y sostiene ese pensamiento el tiempo suficiente, llegará el momento en que el dueño de esa mente se movilizará en la invención de un diseño; después, en conseguir y modificar materiales de acuerdo a lo pensado y de pronto ¡aquí está la silla! Lo mismo sucede con un motor, un auto, un arma, unas vacaciones, un discurso o lo que sea; alguien primero los pensó y luego se hicieron realidad. ><. Lo importante es pensar qué es lo que queremos. Cuando digo que es tiempo de hacer una carta de peticiones me refiero precisamente a esto: saber qué es lo que queremos. Una vez concebido el pensamiento, tarde o temprano sucederá lo necesario para volverlo cosa.><. También los pensamientos desordenados y caóticos se vuelven cosas, pero las personas que son dueñas de esas mentes no se dan cuenta y tampoco se toman la molestia de conocerlos y modificarlos lo suficiente para que sean gratos. Sin embargo, los sostienen el tiempo suficiente para que se manifiesten en la realidad y los escuchamos decir: “La vida es una mierda”, “nací con mala suerte”, “todo me sale al revés” y tantas otras expresiones que guardan en su mente como si fueran tesoros. Tarde o temprano se les vuelven cosas, y no les gustan. Peor aún, la realización parece demostrar que tenían razón.><. Estamos creciendo. Nunca hemos tenido que hacer esfuerzo alguno para crecer, solo podemos determinar la manera: con o sin salud, fuertes o débiles, contentos o tristes, agradables o repulsivos. Hacer ahora una “carta de peticiones” para el año que comienza puede mejorarlo en todos los sentidos. Y ya que hemos de crecer con o sin nuestra voluntad, mejor será que nos aseguremos de decirle a nuestra mente en qué queremos que ocupe sus maravillosos recursos y pedirle que se haga cargo de movernos en la dirección del cumplimiento de nuestros anhelos.><. Deseo para todos mis lectores una armonía tal entre su cuerpo, mente, corazón, ambiente y Espíritu que los días de este 2022 sean fluidos como el agua, que siempre encuentra su nivel sin necesidad de preguntar por el camino.><. “Psicología” es una columna abierta. Puedes participar con ideas, temas, preguntas o sugerencias en psicologa.dolores@gmail.com